Desde un banco imaginario de hierro situado en el emblemático Paseo de San Gregorio, Manuel Juliá convirtió su pregón de feria en una inmersión en sus escenas de memoria, inaugurando con emotividad y grandeza narrativa los actos festivos de mayo en el colmado Auditorio Municipal. La ciudad, que ostenta un historial de destacados nombres en el periodismo, atestiguó cómo este pregonero desentrañaba una vida de recuerdos vinculados a elementos tan personales como el agua agria que marcó su alma.
Eduardo Egido presentó a Juliá, un contador de historias que ha tejido un tapiz de su niñez y juventud, transitando por intensas nieblas navideñas y callejuelas de antaño. Con la compañía de ilustres representantes municipales y del periodismo, las reminiscencias del pregonero plasmaron una postal viva del Puertollano de otra época.
Los relatos de Juliá revivieron vívidas imágenes de la fuente y su agua agria, de Antonia con su carrito transportando botellas, y de un entrañable cochino llamado Soriano, omnipresente como un segundo amigo íntimo en su hogar natal. No faltaron referencias a las noches de cine en la Plaza de Toros o las movidas poperas de la juventud, narraciones que Juliá recopiló en un homenaje a los espacios y personajes que, aunque desaparecidos, permanecen intactos en el gran edificio del recuerdo.
La velada en el Auditorio fue un preludio de la feria, como anotó el alcalde Miguel Ángel Ruiz. Una feria a la que se invita a todos a sumergirse, a encontrar cada quien su espacio y a revivir memorias. El acto inaugural se caracterizó por el sugerente aroma del algodón dulce, evocando las típicas sensaciones feriales.
Manuel Juliá, rodeado de familiares, dignatarios y ciudadanos, llevó a cabo un recital de memorias que culminaron con un toque dulce y pistas para el disfrute de la feria en compañía de seres queridos. La celebración, enmarcada en bailes y melodías tradicionales, dejó patente que la feria de Puertollano es un crisol de vivencias y que cada edición representa una oportunidad para celebrar el espíritu de la comunidad.
Este acto sirve como recordatorio de que aunque los tiempos cambian, y con ellos los entornos, lo que perdura son esas pequeñas gotas de vida que se refugian en la memoria colectiva. El pregón de Manuel Juliá, teñido de nostalgia y alegría, marca el inicio de una feria que se anticipa vibrante y llena de historia. Con la participación de artistas locales y la expectativa de diversos eventos, Puertollano se prepara para vivir su tradicional feria con un sentido renovado de comunidad y pertenencia.
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